El final del imperio visigodo coincide con la llegada al poder del rey Don Rodrigo. En 711 d.C. tiene lugar la batalla en la laguna de Janda, la batalla de Guadalete. Organizado el avance de los árabes, Tarik se dirige a Toledo por Málaga y Córdoba y Muza se encamina a Sevilla y Portugal. En el año 712 d.C. Sevilla fue conquistada, al mando del caudillo Musa ibn Nusayr, y de nuevo se rebautiza; esta vez con el nombre de Isbiliya (que el vulgo pronunciaba shbilya, de donde procede su nombre actual) y también bautizan el «Río Grande» (Guad-al-Quivir).
Isbiliya disfrutó de una gran riqueza cultural; aun dependiendo del califato de Córdoba, Isbiliya era una de las ciudades más importantes de Al-Andalus (nombre árabe de Andalucía). En ella se levantan mezquitas, de las que aún se conservan sus alminares convertidos en campanarios de iglesia (i.e. Santa Catalina, San Gil, San Andrés, San Marcos, etc.).
La caída del califato cordobés en 1013-1035 d.C. promueve la aparición de los Reinos de Taifas, uno de los cuales tiene su sede en Isbiliya. En esa época Isbiliya disfruta de una época de esplendor y hegemonía sobre el resto de reinos taifas bajo el reinado de Al Mutamid (hijo de Ben Abbás), rey culto, amante de las artes y las letras. Bajo su reinado Isbiliya se convierte en foco cultural de primera magnitud; acoge a grandes poetas (i.e. Aben Amar, Abd El Chalil), se crean escuelas de música, etc. Además, debemos destacar las habilidades militares y el buen gobierno de Al Mutamid.
No obstante, para frenar la expansión de Alfonso VI, yerno de Al Mutamid casado con su hija Zaida y rey de Castilla y León, los reyes musulmanes de Badajoz, Granada e Isbiliya acuerdan solicitar el auxilio del exterior; concretamente a los bereberes africanos: los almorávides. A la postre, el poder almorávid se vuelve contra los propios reinos taifas; aquellos se adueñan de Isbiliya en 1091 d.C. Destierran a Al Mutamid y lo encierran en Tánger.
La extremada rigidez religiosa y la intolerancia social impuesta por esta dinastía desencanta al pueblo, quien se organiza en movimientos independentistas; al mismo tiempo se produce un éxodo de mudéjares hacia el norte. Todo ello incita la posterior llegada de los almohades, quienes desembarcan en Cádiz en 1146 d.C.
Los almohades sitúan a Isbiliya como capital administrativa de Al-Andalus. Llegan los días de bienestar y prosperidad, entremezclados con otros de inquietud, a causa de las frecuentes incursiones castellanas en el territorio y de las periódicas crecidas del Guadalquivir. No obstante, ello no impide que los almohades desarrollen un importante programa constructivo (i.e. alcázares, mezquitas, La Giralda, la Torre del Oro, etc.) en el que hay que destacar la edificación de una mezquita mayor donde hoy se alza la imponente catedral así como la construcción del Puente de Barcas, con el fin de unir la ciudad con el Aljarafe y el Barrio de Triana.
Tras la victoria de los cristianos en las Navas de Tolosa (1212 d.C.), el imperio almohade se resiente notablemente; hacia el año 1220 d.C. el poder almohade camina hacia su total declive. De esta época son la Torre del Oro y la reparación de las murallas romanas con fines defensivos.