Murallas de Sevilla - Abarcaban un gran perímetro de Sevilla, actualmente solo se conservan en el Barrio de la Macarena y el Alcázar
Debido a su situación geográfica y a la navegabilidad del Río Guadalquivir, Sevilla estuvo fortificada por murallas desde los tiempos de los cartagineses, por entonces realizada en madera y barro.
Ya con la dominación romana y en tiempos del emperador Julio César, la madera fue sustituida por las murallas que, posteriormente y ya en la época almorávide, duplicó al doble las mismas, reforzándolas ante el auge que tomaba el cristianismo.
En total había siete kilómetros de muralla, con 166 torreones, 12 puertas y 3 postigos. Esta magna obra se conservó casi en su totalidad hasta que en 1868, la revolución la derribó casi al completo, conservándose las Murallas de la Macarena, en el barrio de la Macarena, que cuenta con siete torreones cuadrados y uno octogonal. algunos tramos en el parque del Valle y el resto de las murallas en el Alcázar.
Las murallas y puertas romanas fueron destruidas por completo en 913, por el califa Abd al-Rahman III, para evitar intentos de secesión contra la autoridad cordobesa, convertida por este califa en capital de AI-Andalus, contra Sevilla.
El profesor Juan de Mata Carriazo y Arroqula publicó un artículo esclarecedor basado en las investigaciones de su maestro el profesor Manuel Gómez Moreno, quien documenté en 1932 el origen árabe de la última cerca sevillana, quedando desde entonces superado el origen romano sostenidos por los historiadores anteriores.
Las murallas y puertas de origen romano fueron mantenidas por los árabes cuando llegaron en el año 711 . Pero dos siglos después, las murallas y puertas fueron destruidas por completo por el califa Abd al-Rahman III al-Nasir (mandato, 912-961), para evitar intentos de secesión contra la autoridad cordobesa, convertida por este califa en capital de AI-Andalus, en detrimento de Sevilla.
En tiempos de Julio César, aproximadamente entre los años 68 y 65 a. C., cuando era cuestor de la ciudad, se construyeron estas murallas y sus torreones, reemplazando la antigua empalizada hecha con troncos y barro existente desde la época cartaginesa. Durante el imperio de Augusto fueron ampliadas y perfeccionadas debido al crecimiento de la ciudad.
Los árabes añadieron más a la defensa de la ciudad ensanchándola, y fortalecieron ese ensanche amurallándolo bajo el dominio del sultán Alí Ibn Yusuf, quien amplió el espacio protegido por la cerca en casi dos veces su antigua superficie. Los almorávides, que eran conscientes del avance conseguido sobre los reinos cristianos del norte de España se dedicaron a reforzar sus defensas, construyendo y fortaleciendo las murallas.
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