Monumento a Castelar - Los Jardines del Cristina
Entre la Torre del Oro y la Puerta de Jerez
En 1929, contándose ya con algunos donativos, el escultor Manuel Echegoyán, entonces alumno de la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes sevillana, realizó un proyecto apoyado por El Liberal que publicó la fotografía y una detallada descripción del mismo. Aún no se había pensado en ubicación alguna.
Los materiales empleados eran piedra de Monóvar, bronce para el busto del político y mármol para las escalinatas de la base. El conjunto lo formaba un bloque pétreo, de estructura tripartita, cuya parte central, más baja y rematada por el busto de Castelar, llevaba una leyenda alusiva a la abolición de la esclavitud. Los dos bloques laterales servían de soporte a sendas figuras alegóricas, la Justicia y la Elocuencia. La estructura arquitectónica muy simple, de volúmenes puros, y las esculturas se sitúan en una línea clásica en la que se mezclan el funcionalismo arquitectónico y una tendencia humanista frecuente en la plástica de muchos artistas hispanos de entonces. El conjunto recuerda, en su planteamiento, al realizado por Vitorio Macho como homenaje a Ramón y Cajal en el Parque del Retiro madrileño, inaugurado en 1926. La distribución tripartita, la pureza y simplicidad de líneas y la limpieza de volúmenes es la misma, aunque la parte central se resuelve de diferente manera.
El monumento a Castelar se hizo realidad cuando, en 1930, se decidió su emplazamiento en el jardín, aún sin concluir, de Cristina, en el ángulo que da a la Puerta de Jerez. Las obras de modelado y vaciado se llevaron a cabo en el mismo taller de Echegoyán, a pesar de haberse ofrecido anteriormente a realizarlo, sin interés alguno, el escultor Joaquín Martín Ruiz.
Al fin, el 15 de julio de ese año, quedó terminada dicha construcción. Se habían recaudado a través de la suscripción pública 11.485'05 pesetas. Una vez instalado, se dispuso ante él un parterre confeccionado por el arboricultor y floricultor J. P. Martín, proveedor de la Casa Real, a modo de "obra exquisita de orfebrería jardinesca". Posteriormente este pequeño parterre que rodea el monumento tuvo que someterse a continuos arreglos, como el resto del jardín, por los destrozos ocasionados por determinado público que muestra una absoluta falta de respeto hacia todo y hacia todos.
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