El pintor Luis de Vargas | Sevillanos Ilustres

DSC09096Dicen que las obras son las que hacen inmortal al artista, por ello comenzaremos a repasar la figura de Sevillanos ilustres que posiblemente han quedado en el olvido para muchas personas. Aportaron su granito de arena a la cultura y al arte de este mundo, y por ello, que mínimo que dedicarle unas humildes líneas en este blog.

Hoy hablaremos de Luis de Vargaspintor natural de Sevilla del siglo XVI (nacido hacia 1505), cuya obra es para muchos desconocida.

Por desgracia no consta ninguna imagen ni retrato del aspecto del pintor, que un gran fresquista y entre sus óleos se constata la influencia de los venerados Rafael Sanzio y Miguel Ángel. De hecho, completó su formación en Italia dentro del círculo de seguidores de Rafael, entre los que destacó Pierino del Vaga.

Alegoría de la Inmaculada - La Gamba - Luis de Vargas, 1.561. Catedral de Sevilla.
Alegoría de la Inmaculada – La Gamba – Luis de Vargas, 1.561. Catedral de Sevilla.

Su obra es relativamente corta, pues sólo conocemos la correspondiente a su actividad sevillana. Lo más notable es el retablo del Nacimiento de la catedral hispalense, firmado y fechado en 1555, donde no sólo nos ha dado una magnífica lección de dominio de la composición sino que ha sabido templar la rigidez académica de sus modelos con interesantes detalles naturalistas, delicados matices intimistas y bellos efectos lumínicos; aparte percibirse, en medio de la tónica general rafaelesca del cuadro, ciertos influjos miguelangelescos.

En 1561 firma, también para la Catedral de Sevilla, el famoso cuadro de la Gamba, llamado así por el elogio que de la pierna de Adán -«piu vale la tua gamba che tutto il mio San Cristoforo»- hiciera el fresquista italiano Mateo Pérez de Alesio. El asunto, inspirado en un original de Vasari dífundido por el grabado del francés Philippe Thomas- sin, representa la Generación temporal de Cristo, y su valor iconográfico es sumamente interesante, pues dicho tema es la representación del Misterio de la Inmaculada Concepción.

Obra de gran sentido rafaelesco, pero sumamente delicada y de grata entonación, se complementa con el bellísimo retrato del donante, el chantre hispalense Juan de Medina, que aparece en el banco del retablo y que es una rotunda prueba a favor de las altas condiciones de V. como pintor de retratos.

DSC09090Por último, en 1564 pinta para la iglesia sevillana de Iglesia de Santa María La Blanca una interesante aunque fría Piedad, en la que muchos ven su decadencia y otros la intervención muy acentuada de discípulos y colaboradores.

La composición, que guarda gran similitud con la famosa de Roseti en Volterra, está bien estudiada, aunque resulte excesivamente correcta y fría, si se la compara con las anteriores obras analizadas. Otras obras dignas de mención son: La Crucifixión del Museo de Filadelfia, La Purificación de la Col. Bárcenas de Madrid, la Virgen de la marquesa de Hoyos (Jerez de la Frontera) y dos tablas de la Presentación, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Pero esto no es todo, según nos narra el tratadista Antonio Palomino (1655-1726), Luis de Vargas tuvo una vida ejemplar pero llena de «raras virtudes». Solía confesar y comulgar con gran frecuencia y para salvar sus pecados, tenía por costumbre tenderse en un ataúd para contemplar la muerte y ajustar su pecaminosa vida. Debido a sus graves flaquezas, según Palomino, se le atribuye el milagro de aparecer en su muerte «asperísimos cilicios y disciplinas«.

 

Un pintor extravagante y pecador, sí pero a la vez perfeccionista y de gran delicadeza, digno de ser recordado por y para Sevilla.

Fuente: Pinceladas Sevillanas